La irrealidad de lo que tienes delante. La evidencia probada miles de veces por todos, y que ahora pruebas tú. Ese sabor agrio y dulce a la vez que acompaña a la incomprensión del porqué de querer crear rarezas sin necesidad alguna. Porque sólo quiero que sea normal dentro lo diferente que es ya. Quiero que acaben ya los temblores, las miradas escondidas, los vacíos que nos hacemos sin niguna lógica. Quiero que termine la bordería y el extremo cariño en momentos innecesarios. Hablar como gennte normal, sin agobios, sólo como hacemos con nuestros amigos, cómodos, con un tema que surja, y no uno que tengamos que inventar para que el silencio no se convierta en molesto. No me pasa nada malo contigo, no esoty enfadada, ni demasiado dolida. Sólo estoy harta de tener que continuar con una tontería semejante si a este paso no tiene fin. Tener que ser yo siempre, o tú cuando me acabo enfadando porque nunca apareces. Ser yo la que te tenga que hacer ver que no tienes razón en la mitad de tus ironías, y que tú no seas capaz ni de ver lo difícil que es para mí intentar mantener las bocas calladas y los rumores enterrados.
No es tan fácil si la otra persona tira la piedra y esconde la mano cuando más le conviene.
O se está siempre, o no se está. Pero a esto yo ya no juego más.
