Todo lo que no aprendí, nunca se me ha olvidado.

Como el pánico que da la distancia, o como la rabia que aporta el tiempo. Ese rintintín que se pasea por tu tripa cuando pasa una ráfaga del mismo color de siempre, o con el mismo holor que hasta hace sólo unos segundos sentías como propio. La playa con arena que te hartas de pisar en verano. Y esa foto que no marca un antes ni un después, que es simplemente ''esa foto''. Esa ventana que convierte en cómplice de sonrisas enlagrimadas al irte alejando. Y esa melodía que sonríe a tus lágrimas cuando la distancia y el tiempo disminuyen juntos.
A veces no nos damos cuenta de lo que puede pasar hasta que pasa. Luego reconoces cómo realmente sí que fuiste capaz de verlo, simplemente borrabas ese pensamiento de tu cabeza por miedo a que no se cumpliese un sueño. Y junto a ese miedo temblaste y lloraste recordando momentos felices. Momentos que ni si quiera pretendes olvidar, porque son un seguro de vida a la hora de saber si algún día fuiste feliz.
Son esas cosas pequeñas que nos pasan a todos. Esas que no borramos ni el día de la reconciliación. Porque junto a esas noches en vela, y junto a esa música, te acompañaba la persona que tú querías que te acompañase. Y por muy solo, o desesperado que te siniteses, el saber que algún día sonreísteis juntos, hace que todo tenga un sentido merecedor de luchas.
''Quiero estar cerca de ti. Lo más lejos a tu lado.''