Si hubiese sabido que ese soplo se hubiese llevado el viento no hubiese inventado el aire que respiro. Si hubiese sabido que una sonrisa envuelta de palabras desdichas es mucho más que una simple apertura de boca nunca me hubiese reído de esa manera. Si hubiese sabido que tu luz implica mucho más que un brillo y un secreto no confesado, nunca te habría encendido.
Una premonición acertada, y un sueño cumplido. Mi alma está destrozada y por los suelos mis ojos he perdido. Encontré la manera de salir de aquella basta guerra, pero ni las espadas estaban suficientemente afiladas ni los corazones suficientemente ensuciados como para acabar con ellos. Un suspiro acabó con nuestra risa, una llamada. Pero nunca dejaré de recordar esa sonrisa, ese desengaño mostrado con dientes de acero, todo oscuro y pocos ojos encima nuestro. Pero nosotros, los de entonces, si que somos los mismos. Nada nos podía molestar, ni separar. A diferencia de entonces, no supe reaccionar como te gusta que haga, y, a diferencia de ahora, es mucho mejor.
Te buscaré en los adornos navideños de este 2010, en cada luz que alumbre una calle, pondré un palabra tuya. Buscaré un sentimiento para cada color que engrandezca a esta enorme ciudad, y le regalaré a los bufones de santa Claus una de tus sonrisas para que todo salga mejor.
