Pero al fin y al cabo, es tu familia. Han pasado tres años desde que todo en tu vida se desbancó, desde que perdiste todo eso que creías como unido, te quitaron lo único que te acompañaba, para darle la mano a la soledad. 3 años en los que te han apoyado mucho, se han ido otros, y ha vuelto la más significante. Te han quitado todo lo sentimental que podías tener, y has tenido que recomponer cada trozo como si de lego se tratase tu vida, intentando sonreír con falsedad, y mostrando tus garras frente a una indiferencia que sabes que no existe. Te ha dado igual todo, y no has comprendido en tantos segundos ni una vez el porqué de todo esto. Has aprendido a conocerte, y te has encontrado envuelta de un frío inhabitable, buscando respuestas y pistas que te acerquen al menos un poco a la felicidad. No has tenido un referente paterno ni materno, de hecho sentías como querían absorber tu felicidad para intentar hacerse cobijo en ella. Y seguías sin entender porqué si los padres son los que más te quieren, sólo intentan verte infeliz. Has descubierto cosas que a día de hoy tomas como virtudes, y has escuchado a gente soltar palabras necias, pero tú no haces oídos sordos. Tú lo has tomado como un aprendizaje, como un sendero, como un orgullo.
Cuando todos sonríen, tú estás triste. Y no es porque seas una amargada ni porque carezcas de personalidad o sentido del humor. Es porque no lo sientes. Porque no tienes ese sentimiento familiar que tienen todos aquellos que ves pasear agarrados y sonriéndo, andando al son de un villancico que nunca aprendimos a tocar. Sus risas cantan, y tú estás cada vez más ciega.
Y ya no es cuestiónd e querer estar con la persona que más quieres y necesitas, es cuestión de respeto hacia ti misma. Cuestión de amor a alguien que no sabes si piensa en tí, amor loco por algo que ni existe.
Sólo feliz navidad para todos aquellos merecedores de buenos tiempos. Y enhorabuena, por no ser yo en este momento.
