Y resulta que hoy no sólo no te he tenido, si no que encima te he perdido. Hoy has conseguido borrar el intento de recapacitar de mi corazón, y has logrado que vuelva a tropezar con la misma piedra que tiras en mi camino. Con lo fácil que es intentarlo, sólo te pedí que te dejases querer un poco, que confiaras. Nunca pedí nada a cambio, sólo una sonrisa de vez en cuando, y quizá sí que esperé mal esperando a un mínimo cariño que, por lo visto, se ha quedado en el camino de producirse.
La vida hay que cogerla con todo el puño, cerrarlo, y exprimirla al máximo. Siendo consciente de tus obligaciones, y a veces incluso dejando marchar una lágrima que enseñará a reirse a tu próxima sonrisa. Hoy mi mano me mira inmóvil a no poder cerrarla, y si no fuese suficiente, encima veo, con los ojos como platos, como se escapa todo eso que un día quise mantener.
Y lo peor es que sí que me lo merezco.
