Hoy hablo desde la objetividad, desde la noche anterior a ese último adiós del 2010. Un 2010 que has llenado de tanto con tan poco, un 2010 en el que has conseguido levantarme de cualquier cosa como nadie más ha sabido hacer. Has sabido perdonarme, has sabido escucharme y entenderme, y además, por si no es bastante, has sabido quererme lo justo en cada momento. No me has fallado en ningún segundo de este año lleno de perdones perdonados y de orgullos encontrados en el suelo tras nuestras miradas. Has apoyado cada una de mis decisiones replicando a la más mínima queja, me ha pegado cuando he necesitado un tirón de orejas, me has abrazado cuando sólo necesitaba una sonrisa. Has confiado en mí. Apartado todo lo que un día dije, todo lo que nunca quise decir y borrado todas mis acciones, haciéndome ver que tú sí que estás y vas a estar. He conocido a los que más quieres, me he reído con los que más quieres, e incluso he compartido acera con una de ellos en brazos. He cerrado tus libros llenos de historias para que me hagas feliz. Me has hecho feliz aunque te haya hecho cerrar tus libros. Ahora sé tanto que no sería capaz de poner nivel a lo afortanada que me siento. Afortunada como nunca fue Fortunata, como intento que lo sea, ‘’happy’’ con la fragancia que se te pega al querer huír junto al gato por ese flotador, ‘’Just go!’’.
Puede que mañana no recuerde todo esto, todo lo que me has quitado mañlo para convertirlo en bueno. Pero en el fondo de mi corazón siempre estará este gracias sin una pizca de rencor, lleno de cursilería y reproche hacia mí misma. Un perdón que nunca me perdonaré, pero que finjo perdonar cuando te hago reír. Porque pase lo que pase en el 2011, tu siemrpe serás la que hizo un 2010 lleno de sonrisas y maravillas, porque la maravillosa eres tú.
Te quiero, gracias.
