Porque la melodía de mi vida consiste en este desequilibrio. Cuando por fin me puedo dormir sin llorar, resulta que igual no te vuelvo a ver nunca más cuando acaben estos 6 días. No sólo a tí, pero no voy a negar que tu cara ha sido la primera en aparecerse cuando me lo contaban sus labios, inconscientes de lo que supone eso para mí. Que no, que no, que no te voy a decir adiós, que no esoty lista, que no me pueden romper así los esquemas.
La mierda siempre me salpica, y esta vez no sólo me salpica, me cubre. Estoy hasta el cuello de tu egoísmo, de tu egocentrismo, de tus mentiras, de tener que tragar con la rabia que me provoca tener a un padre así. Que no te quiero, entérate, que si quedaba algo de cariño hacia ti (que lo dudo) ya no hay nada. Nada más que rencor, más que rabia, cero dolores, sólo una inmensa furia inconfesable ante ti. Y no pienso escribir ni una palabra más hacia tí, no te mereces ni esto, eres una basura, me da verguenza hasta decir que eres mi padre.
Y por si acaso, voy a aprovechar estos días como si fuesen los últimos.
Sonríe.
