Mi escritura empeora cada día. Mi forma de ver la vida, se vuelve cada día menos visible. Mis filosofías se alejan, poco a poco mis pensamientos huyen de mí y mi cabeza deja de funcionar como lo hacía antes.
No sé lo que piensas de mí, no sé si te importo, ni si esto lo has hecho por mi bien, solo se, que poco a poco, voy diciendo adiós a todas esas cosas que llenaban mi vida de felicidad, que mi corazón se va vaciando cada vez más rápido, haciendo así que todas esas cosas las cuales me importaban y a las que quería desvanezcan con el tiempo. Se me daban bien muchas cosas, escribir, era una de ellas, ahora miro atrás, veo estas pocas líneas que escribo, sin imaginación ni sentido, sin belleza alguna, ni sentimiento. Yo sabía ponerle sentimiento a mis versos, sabia reflejar la felicidad de mi corazón en ellos, al igual que también sabia reflejar la pena, esa pena que poco a poco se comía mi alma, pero que llenaba las páginas de este libro de letras distintas pero bonitas, de sonrisas y lagrimas que inundaban la mirada de aquellos cuales las leían.
Nunca te pedí un te quiero. Tampoco, te pedí que me quisieras de verdad, ni que me dieses un abrazo que me transmitiese que para ti yo era más que una simple niña.
Veo las frases desaparecer, veo las oraciones nacer, cada día, más y más, y con menos sentido cada una de ellas. Veo un corazón roto, pero lleno de fe, de ilusión porque algún día su dueño venga a buscarlo, y llevárselo siempre con él.
